Parece un poco caperucita roja así vestida, pero no, es Melina, que ya está en el hotel, cumpliendo con los nuevos servicios de la empresa. Que bello abril...

La empresa ha decidido ampliar sus servicios. Ahora también habrá servicio a domicilio. Las chicas dudan un poco, pero el dinero parece que acabará convenciéndolas.

Milagros se queda fuera del partido de fútbol, sólo para varones. El entrenador lo mandará a vender gaseosa para comprar zapatillas nuevas para los chicos. Mientras tanto el patrón tiene que aguantar los sermones de su madre, que le recuerda que quizás tiene un hijo en alguna parte del que no sabe nada.

Parece que el cuñado tiene un amorío con la hija de la cocinera, quien a su vez está tratando de que él la ayude a salir de su uniforme de mucama ¡y no lo decimos nadamás en sentido figurado! Pero no parece que el patrón esté de tan buen humor como para andar haciéndole favores al hermano de su esposa. ¿O sí?

Resulta que Tere quiere aprender a tocar el piano, igual que la abuela. ¿O será que sólo quiere una excusa para estar con Juan? Mani se para en el kiosko de Amalia, pero se olvida de sus galletas, parece que no es eso lo que buscaba realmente.

Mauro no tiene miedo de apostar por su éxito con Violeta. Franco entra en la tienda de Dolores justo a tiempo para darse cuenta de que Sergio es el padre de Brisa.

Totalmente ignorante de la añoranza que Jose siente por él, Mani “el soñador”, tiene su propia charla con Juan (cuyo lema es “quizás significa sí”). Es Clara, no Jose, quien está en la mente de Mani. Franco está encantado con el trabajo que Violeta está haciendo, pero la tensión está en el aire cuando entra en escena una astuta rubia.

El ex de Sofi parece intentar volver con ella, con poco éxito. Mientras tanto, Franco y su hermana hablan sobre amores no correspondidos. El hermano mayor intenta aconsejar a la adolescente.

A veces, si estás sentado en casa, deprimido, hirviendo en una olla de confusión emocional y de angustia, de verdad, lo mejor que puedes hacer es salir afuera y sacarlo todo.

Ese mujeriego de Mariano realmente ha trastocado la pobre cabeza de Elena. Si nosotros estuviéramos con ella, nos desharíamos de inmediato de ese canalla de Durand, el abogado afrancesado.