Acrobat Francesca era una mujer de casa antes de convertirse en una artista de circo. Fue el amor lo que la trajo hasta aquí, a la gran tienda, donde ahora divide su tiempo entre las presentaciones y las tareas diarias.

Conozcan a Francisco Javier, un apasionado aprendiz del Circo Infantil Americano y descubran que el circo es un negocio serio, donde siempre se requiere trabajo duro. Pero las largas horas de ensayo se premian con un tratamiento familar y acceso a uno de los lugares más mágicos de la Tierra.

Todos sabemos cuán mágica puede ser la arena de un circo: payasos locos, acróbatas temerarios, animales inteligentes y toda clase de coloridos actos de ensueño. Pero aquí, en el Circo Infantil de Nicaragua la verdadera magia se da tras los bastidores, donde aprenderemos que un buen espectáculo requiere mucha dedicación, trabajo duro y pasión.

Trabajando de cocinera y trabajadora de limpieza en un sitio de contrucción, Doña Coco es la primera que se levanta en la mañana y la última que se va a dormir por la noche. Su salario mensual es de C$2,000 córdobas con lo cual apenas le alcanza para el arroz y los frijoles para su familia. ¿Cómo hace entonces para proveer a sus cinco hijos con ropa y cubrir el resto de sus necesidades? Leonido, el entrevistador, le hace éstas preguntas.

Conducíamos a través de los caminos de la Nicaragua rural cuando avistamos este carrito tirado por un burro con cargas de leche. ¡Teníamos que conocer a este hombre! Aquí está, ¡Una exclusiva de YABLA con un vendedor de leche!

Mientras cocina un guisado, Doña Coco nos canta un par de canciones cristianas, mismas que aprendió en la iglesia evangélica de la cual forma parte.